domingo, 6 de agosto de 2017

ESTUDIO EN ESCARLATA

Arthur Conan Doyle ( publicación 1887)


En primer lugar Holmes utiliza la investigación de campo aunada a la investigación básica pura o teórica, ya que llega a pie a la casa examinando la carretera y descubre las huellas claras de un carruaje y dedujo que este carruaje había estado allí en el transcurso de la noche, por lo estrecho de las marcas de las ruedas deduce que no se trataba de un carruaje particular si no de uno de alquiler por su comparación con el modelo que utiliza cuatro ruedas y así utiliza la investigación aplicada. Posterior avanza por el sendero del jardín y se encuentra con que se trataba de un suelo de ardua, extraordinariamente apto para que se graben en el huellas por lo cual utiliza la investigación exploratoria ya que todas las huellas que se hallaban en su superficie encerraban un sentido para sus ojos entrenados y así también utiliza la investigación descriptiva ya que determina que en la ciencia detectivesca valora que algo de lo más importante es reconstruir el significado de las huellas de pies. Descubría las fuertes pisadas de los guardias, pero vio también la pista de dos hombres que habían pisado primero el jardín. afirma que habían pasado antes que los otros, porque en algunos sitios sus huellas habían quedado borradas del todo al pisar los segundos encima mismo. Es como fabrica su segundo eslabón que le informó de que los visitantes nocturnos habían sido dos, uno de ellos notable por su estatura (lo que calculo por la longitud de su zancada) y el otro elegantemente vestido, a juzgar por la huella pequeña y elegante que dejaron sus botas. Y así utiliza la investigación explicativa y a la vez la investigación correlacional al hacer comparaciones de las huellas. Esta última deducción quedó confirmada al entrar en la casa. Allí tenía delante de si al hombre bien calzado. Por consiguiente, si había existido asesinato, éste había sido cometido por el individuo alto. El muerto no tenía en su cuerpo herida alguna, pero la expresión agitada de su rostro le proporcionó la certeza de que él había visto lo que le venía encima. Las personas que fallecen de una enfermedad cardíaca, o por cualquier causa natural repentina, jamás tienen en sus facciones señal alguna de emoción y así utiliza la investigación cualitativa. Cuando olio los labios del muerto pudo percibir un leve olorcillo agrio, y llegó a la conclusión de que se le había obligado a ingerir un veneno. Dedujo también que le habían obligado a tomarlo por la expresión de odio y de temor que tenía su rostro. Había llegado a este resultado por el método de la exclusión, porque ninguna otra hipótesis se ajustaba a los hechos. El motivo no había sido el robo, puesto que no le habían despojado de nada. ¿Se trataría, pues, de política o mediaba una mujer? Tal era el problema con que se enfrentaba. Desde el primer instante se sintió inclinado a esta última suposición. Los asesinos políticos tienen por costumbre darse a la fuga en cuanto han realizado su cometido. Este asesinato, por el contrario, había sido llevado a cabo de un modo muy pausado, y quien lo perpetró había dejado huellas suyas por toda la habitación, mostrando con ello que había estado presente desde el principio hasta el fin. Ofensa que exigía un castigo tan metódico era, por fuerza, de tipo privado, y no político. Al descubrirse en la pared aquella inscripción, se inclinó más que nunca a su punto de vista. Estaba demasiado claro que aquello era una venganza utilizando así la investigación cuantitativa. La cuestión quedó clara al encontrarse el anillo. Sin duda alguna, el asesino se sirvió del mismo Para obligar a su víctima a hacer memoria de alguna mujer muerta o ausente. Al llegar a este punto fue cuando pregunto a Gregson si en su telegrama a Cleveland había indagado acerca de algún punto concreto de la vida anterior del señor Drebber. Procedió a continuación a escudriñar con mucho cuidado la habitación, y el resultado le confirmó en sus opiniones respecto a la estatura del asesino, y le proporcionó los detalles adicionales referentes al cigarro de Trichinopoly y a la largura de las uñas. Al no ver señales de lucha, llego, desde luego, a la conclusión de que la sangre que manchaba el suelo había brotado de la nariz del asesino, debido a su emoción. Pudo comprobar que la huella de la sangre coincidía con la de sus pisadas. Es cosa rara que una persona, como no sea de temperamento sanguíneo, sufra ese estallido de sangre por efecto de la emoción, y por ello aventuro la opinión de que el criminal era, probablemente, hombre robusto y de cara rubicunda. Los hechos habían demostrado que su juicio era correcto y así utilizo la investigación experimental. Cuando salieron de la casa procedió a realizar lo que Gregson había olvidado. Holmes Telegrafió a la Jefatura de Policía de Cleveland, circunscribiendo su pregunta a lo relativo al matrimonio de Enoch Drebber. La contestación fue terminante. Me informaba de que ya con anterioridad había acudido Drebber a solicitar la protección de la ley contra un antiguo rival amoroso, llamado Jefferson Hope, y que este Hope se encontraba en Europa. Sabía, pues, que ya tenía en sus manos la clave del misterio, y sólo le quedaba atrapar al asesino. En ese momento había llegado mentalmente a la conclusión de que el hombre que había entrado en la casa con Drebber no era otro que el mismo cochero del carruaje. Las marcas que descubrió en la carretera le demostraron que el caballo se había movido de un lado a otro de una manera que no lo habría hecho de haber estado alguien cuidándolo utilizando así el método deductivo. ¿Dónde, pues, podía estar el cochero, como no fuese dentro de la casa? Además, era absurdo suponer que ninguna persona que se encuentre en su sano juicio cometa un crimen premeditado a la vista misma, como si dijéramos, de una tercera persona que sabe que lo delatará. Y, por último, si alguien quiere seguirle los pasos a otra persona en sus andanzas por Londres, ¿qué mejor medio puede adoptar que el de hacerse conductor de un coche público? Todas estas consideraciones le llevaron a la conclusión de que a Jefferson Hope habría de encontrarlo en la metrópoli. Si él había trabajado de cochero, no había razón de suponer que hubiese dejado ya de serlo. Todo lo contrario: desde el punto de vista suyo, cualquier cambio repentino podría atraer la atención hacia su persona. Lo probable era que, por algún tiempo al menos, siguiese desempeñando sus tareas. Tampoco había razón para suponer que. actuase con un nombre falso. ¿Para qué iba a cambiar el suyo en un país en el que éste no era conocido por nadie? Por eso organizo su cuerpo de detectives vagabundos, y los hizo presentarse de una manera sistemática a todos los propietarios de coches de alquiler de Londres, hasta que huronearon dónde estaba el hombre tras del que andaba Holmes. Holmes entra en posesión de las píldoras, cuya existencia había conjeturado. Todo constituye una cadena de ilaciones lógicas sin una ruptura ni una grieta y aplicando así el método inductivo.
Scotland yard  comenzó por investigar sobre el sombrero y se presenta en la casa Underwood, pregunta a este señor si había vendido un sombrero de tal medida y de tales características. Revisó sus libros y dio en el acto con él. Había enviado el sombrero a un señor Drebber que se alojaba en la pensión Charpentier, Torquay Terrace. Así es como conseguí la dirección del muerto posterior se dirige a la casa a entrevistar a la madre y después deduce que su hijo lo mato con un garrotazo en el estómago por lo cual lo apresa y en conclusión Gregson investiga de una forma sistematica pero da una conclusión errónea.

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